LA MUJERCITA... DEL RIN AL SALADO

Premio de Honor en la Bienal de Arte joven Rosario- Santa Fe. Año 1992.

ESCENA I

Amplio espacio vacío, a oscuras. Una pequeña luz comienza a crecer, permitiendo distinguir la figura de una mujercita insignificante sentada en un cubo. Viste una pollerita con flores negras sobre fondo blanco, debajo de la cual se asoma la puntilla de una enagua blanca. Un saquito de terciopelo negro cerrado al cuello con un botón. Medias largas negras sostenidas por ligas con puntillas. Sandalias rojas. Un sombrero negro diminuto, también de terciopelo, con una rosa roja, completan la indumentaria. Se ve ridícula.

MUJERCITA: (Mirando tímidamente a público. Sus pies y manos denotan un alto grado de ansiedad) - Santa Fe, veintiuno de setiembre de mil novecientos ochenta y seis, cerca del mediodía. 
El sol...hería la vereda de calle Francia al tres mil y pico.Yo... esperaba con ansiedad recibir el resultado de mi análisis de orina.

Una pelela con un papel atado entra como un proyectil, le pega en la cabeza, la voltea. Se incorpora tratando de disimular lo incómodo de la situación.

...Yo... había pensado en distintas posibilidades de reacción si el resultado me daba POSITIVO. Por ejemplo:
(Gesto de desesperación, trágico) - (gesto de maldad, melodramático) - (gesto de arrobamiento, romántico).

Pausa.

...Cuyas transcripciones verbales vendrían a ser más o menos las siguiente: 
(Repite primer gesto) -¡Oh! Y ahora qué hago? Lo tengo? No lo tengo? Podré enfrentarme a la sociedad? Podré mantenerlo? Podré decírselo a mi mamá? Pobre mi madre querida! Cuántos disgustos le he dado! (Pasaje rápido a segundo gesto) -Lo tengo, ya no podrá escaparse de mí, con esto lo caso! (Pasaje rápido a tercer gesto) -¡Un hijo! ¡MI hijo! Pequeño. Futuro paraíso desprovisto de fama y de gloria. ¿Cómo no he de traerte a mi lugar? ¿A esta tierra ensangrentada y fecunda? ¿Cómo no he de darte la posibilidad de ser entre tanta esperanza y tanta espuria? (Rompiendo, superada) Y todas las sandeces que suelen decirse en situaciones parecidas. (Con temor se aproxima a la pelela y toma el papel) Pero cuando leí el papelito, y vi que decía POSITIVO, ninguna de las tres reacciones previstas me salió. Es más, quedé así (gesto neutro, con la mirada perdida, vacía). Eso sí, por dentro, las tres reacciones libraban una batalla tan fuerte que me estrujaba las tripas (vómito chiquito, trata de disimularlo). (Se justifica). Este sería el primer vómito, de una larga serie de vómitos que matizaría baños públicos y privados, calles, plazas, cines y paseos.
Demás está decir que desde ese día, el del resultado, decidí adoptar forma de embarazada (postura exagerada de embarazo), e inmediatamente empecé a sentir cómo crecía mi hijo dentro mío.
Claro que esto de estar tan atenta a todo lo que sucediera en mi interior, me hizo perder bastante el contacto con el mundo. Y empecé a tener la sensación de estar metida dentro de una gran burbuja que se elevaba por encima de todo, desde donde la gente y las cosas se volvían chiquitiiiitas, y a la que los sonidos de afuera no llegaban. Los olores sí. Y con tal intensidad, que generaban nuevos vómitos. 
Entre la burbuja y los vómitos, mi  mirada se fue volviendo cada vez más hacia adentro (bizquera exagerada) y empezaron a acudir a mi mente antiguos interrogantes, con una claridad aterradora. Salían de mí, tomaban cuerpo y me acosaban: ¿QUIÉN SOY? ¿QUÉ SOY? ¿DE DONDE VENGO? ¿HACIA DONDE VOY?
Entonces supe, fue como un momento de iluminación: que tenía sólo ocho meses de tiempo. Una sensación frenética me invadió, se adueñó de mí y me arrastroooooooooó 

Sale de escena despedida por su propia fuerza. 

Oscuridad.

ESCENA II

Una luz íntima dibuja a la Mujercita. Sentada en el respaldo de una silla, cae hacia atrás. Debajo de la silla hay un cofrecito. La mujercita lo descubre, temerosa, observa el cofre, sin atreverse a tomarlo.

MUJERCITA: - Yo presentía que en el gran arcón familiar mi papá había guardado secretos terribles. Muchas veces me había asaltado la idea de violar ese arcón, pero el temor a lo desconocido era demasiado fuerte, y me detenía.
Sin embargo, esta vez era distinto. Había una razón para hacerlo. Y me decidí. (Se lanza sobre el cofrecito y hurga en él, obsesiva. Irá sacando diminutos papeles.)Facturas. Impuestos. Tarjetas de defunción. Letras de canciones. Pedazos de cartas de amor. (Se detiene de pronto, con ampuloso movimiento despliega un viejo papel y lee) "Iglesia Evangélica de Staden. En el Año de Cristo l815, al 10 de noviembre a las 11 de la noche, nació de manera fehaciente a Ana Dorotea Koch, hija SOLTERA de Adolfo Koch, la TERCER criatura EXTRANATURAL, un niño, el primer niño, quien fue bautizado con el nombre de..." (Se interrumpe, azorada) ¡Ah papá! Siempre me ocultaste lo de la tatarabuela madre soltera de tres hijos. ¡Tanto cuidarme la virginidad!
Pobre mi primer novio. Durante cinco años sólo pudo tocarme las tetas. A los diecisiete las tenía grandes, redondas (dirigiéndose a las tetas) Ustedes tranquilas, ya van a ver cuando empiecen a llenarse de leche cómo se van a poner. (Evocativa) ¡Ah! ¡Cómo me las tocaba! Era lo único que yo le dejaba hacer. ¡Pero qué bien lo hacía! Mientras resonaban en mi cabeza las recomendaciones de mi padre y de las monjas, yo sentía sus manos en mis pezones y trataba de prolongar el momento en que se me haría el huequito desde acá hasta acá (pudorosa, señala desde el pubis hasta el ombligo) que latía, latía, latía. Cuanto más pensaba en el pecado, más me duraba el huequito latidor. Eso sí, después me sentía el ser más sucio y despreciable de la tierra. Con una culpa espantosa escuchaba dos voces en mí: una decía "No te preocupés, todavía sos virgen, eso es lo importante", y la otra: "¿Vos te creés que a la Virgen María alguna vez le tocaron una teta?".
Entonces sentía que nada podría salvarme. Que por  mis tetas estaba condenada al infierno. (Mira el papel de la partida de nacimiento. Pícara) Estoy segura que a Ana Dorotea le debe haber encantado que le tocaran las tetas.

Oscuridad.



ESCENA III

Bañada en una luz de ensueño viene caminando la Mujercita.

MUJERCITA: - Desde ese día empecé a soñar con encuentros con Ana Dorotea. Sabía que ella guardaría un montón de secretos, que de develárseme, me serían de gran utilidad. Pero en cada sueño, cada vez que estaba a punto de alcanzarla, su imagen se desvanecía. O me despertaba. Hasta que una noche... el sueño continuó.

Aparece una vaca pintada, de cartón, y detrás, sugerida, la silueta de una mujer ordeñando; todo envuelto en una luz mágica.

 Allí estaba, con sus 160 años, sentada a la sombra de una vaca en el borde de la llanura. Yo me acercaba, temerosa de que la imagen se borrara. (La llama) - Abuela, Tatarabuela... No me contestaba. (Pausa).  - Ana, Ana Dorotea. (Pausa). Ya estaba por desistir de mi intento, cuando la esfinge así habló:

Aquí se produce un  desdoblamiento, donde la actriz juega los personajes de la Mujercita y de la Tatarabuela, alternativamente.

TATARABUELA: - El 26 de octubre del año l856 abandonamos Basel. Tomamos el tren y así comenzó el viaje a lo largo de la ribera del Rin, hasta llegar a Manheim, donde pasamos la noche en una hostería. Al amanecer tomamos un barco a vapor, y así fue, corriente abajo, bien y alegre, hasta llegar a Koln. De allí fuimos en tren hasta Dunkerque, en un viaje que duró más de treinta horas. 
El día siguiente abandonamos el puerto y la ciudad, que esa mañana, en honor a nuestra despedida, se vistió de blanco... pues cayó en la noche abundante nieve, que desde entonces no he visto más... Nuestro viaje fue muy cómodo. Uno se acostumbra a todo. Éramos en total 150 personas, entre las cuales murieron cinco o seis niños. Los adultos resistieron bien.
Cómico encontramos aquel viaje, del intenso frío a la gran calor. 
Empezaba  a escasear el agua para tomar cuando llegamos a Río de Janeiro el día del año nuevo de l856. Seguimos viaje y vimos el río de las aguas amarillas. Por el río amarillo llegamos a Buenos Aires.  Allí fuimos trasladados a un barco más pequeño hasta llegar a Santa Fe el 3 de febrero del año l856.
MUJERCITA: - Abuela,  me queda una duda: ¿Salieron de Alemania en l856 o llegaron a la Argentina en l856? Porque usted dijo que partieron en octubre y llegaron en febrero. ¿No será que partieron en febrero y llegaron en octubre de 1856?-
TATARABUELA: - No m'hijita, es como digo. Salimos el 26 de octubre de l856 y llegamos el 3 de febrero de l856.
MUJERCITA: - Pero... no puede ser, (a público) insistía yo.
TATARABUELA: - No me discuta, swartz fitly- se enojaba la tátara- usted es demasiado jovencita como para entender el funcionamiento del tiempo.
MUJERCITA: - Pero...
TATARABUELA: - Pero nada. En Santa Fe estuvimos parando durante ocho días en una fábrica de tejas. Después fuimos trasladados a una colonia. Niños y mujeres en carreta. Hombres a pie.  Hasta llegar al río Salado.
MUJERCITA: - ¡Ahí abuela! ¡Ahí debe estar el secreto! Porque ese río ejerce sobre mí una atracción muy fuerte, siento muy hondo que...
TATARABUELA: (interrumpiéndola) - No, no es muy hondo, depende de por dónde se cruce. (Pausa.) La cuestión es que descargamos las cosas para cruzarlo, pasamos despacio por un monte, y al amanecer llegamos. No entendíamos una sola palabra de lo que nos preguntaban o decían.
MUJERCITA: - ( A público) La abuela me contó que una vez instalados tuvieron que vérselas con los indios.
Como en una visión, en actitud fantasmagórica, juega arbitrariamente las voces de la MUJERCITA y de la TATARABUELA, diciendo el poema de José Pedroni*, como poseída.

SON CUATRO YEGUAS NEGRAS
CONTRA CATORCE BAYAS
CUATRO FUSILES NEGROS
CONTRA CATORCE LANZAS.
YA VIENE EL CARRO NEGRO.
NO VIENE CON ALFALFA.
CABEZAS DE LOS INDIOS
CUELGAN DESMELENADAS.
¡VENGAN A VER LOS INDIOS!
¡MADRES, NIÑOS, MUCHACHAS!
CON SUS OJOS EN BLANCO
CON SUS MELENAS LACIAS
CON SUS HERMOSOS DIENTES
CON SUS LUSTROSAS CARAS.
VIERA USTED LA GRINGADA
BAJARON A LOS INDIOS 
CON SUS PIELES DE GAMA
HASTA NUEVE BAJARON
NADIE DECÍA NADA.
DE A UNO LOS TIRARON
EN UN POZO DE AGUA.
DIJPUÉ LE ECHARON TIERRA
PA' QUE NO NOJ MIRARAN.
Y EL AGUA QUE ERA BUENA
SE FUE PONIENDO TURBIA, 
LECHOSA... AMARGA.

(Rompiendo abruptamente) - Pero yo digo abuela... Ese río,  el Salado.Yo creo que hay en él algo misterioso. ¿Vio ese dicho "Tiene más vueltas que el Salado?"-

TATARABUELA: -¡ Más vueltas que el Salado tenés vos! Las cosas son más simples: los ríos están ahí para que uno siembre al lado, así como las tetas están para amamantar a los hijos.
MUJERCITA (pícara): - Abuela... Ya que tocó el tema, dígame. ¿A usted le gustaba que le tocaran las tetas?

Oscuridad.



ESCENA IV

MUJERCITA: (alejándose de la TATARABUELA) - Al  final, la tátara no pudo responder a todos mis interrogantes. Entonces pensé que quizá la clave estaba  en la infancia. Y se me ocurrieron las siguientes reflexiones poético-filosóficas: "¿Tiene vida eso que tironea de la punta de los recuerdos hacia afuera de uno, hacia afuera del cuerpo? ¿Es un animal con la boca húmeda y rosada, con dientes filosos que garronea la punta de los recuerdos y los desfleca, y los tironea desde la punta desflecada hacia el otro lado, opuesto al lado donde está el cuerpo, en la otra orilla?"

Sobre un panel blanco irá  dibujando  el  paisaje que describe y la silueta de una nena.

- Adentro hay un paisaje, de calor y mosquitos, y agua y barro y resolana, y pescados y espinillos y río y sol.
En la otra orilla está parada la nena, con sus piernas flacas, mirando hacia el otro lado. La piel oscurecida por el sol del verano, y los cabellos chuzos y claros en medio de la barranca angosta. Mira hacia acá, pero sus ojos amarillos no me ven, me pasan por encima o por adentro, como si yo fuera un fantasma, como si yo no estuviera parada de este lado esperando que me mire. Y la luz de sus ojos chispeantes se pierde, entre los árboles raquíticos que se amontonan arriba, en la línea lejana de un cielo fijo.

Oscuridad.

ESCENA V

La Mujercita se asoma por detrás de un panel en donde se recorta la silueta del padre, acostado. Un guante blanco en una mano. En la otra, uno rojo. Juego de títeres.

MUJERCITA: - Además de los sueños nocturnos, insólitas fantasías se me imponían a la hora de la siesta:
En este rincón: ¡el glóbulo blanco!
En este rincón: ¡el glóbulo rojo!
Los glóbulos blancos ñam ñam ñam a los glóbulos rojos. Cuando un glóbulo blanco se come un glóbulo rojo ¡Plaf! se divide y se convierte en dos glóbulos blancos. Así son cada vez más glóbulos blancos y menos glóbulos rojos. Los glóbulos rojos no pueden defenderse. Corren, se escapan, se esconden. Pero los glóbulos blancos siempre terminan descubriéndolos. ¡Y se los tragan! Porque los glóbulos rojos no tienen ojos encima. Así hasta que no queda ni uno. 
Mi padre ya sabía todo ésto. También sabía que todos le mentíamos. Los médicos, sus hermanos, mi mamá y yo.
Hacía mucho tiempo que había decidido morirse, pero naturalmente, tenía miedo. Yo amaba profundamente a mi padre. Y decidí ayudarlo a morir. (Tira bollos y avioncitos de papel a la figura del padre) Pero cada vez que estaba a punto de concretar el hecho, su mirada me paralizaba.
Hasta que un día ¡por fin se me ocurrió! Entonces le dije: Papá, la muerte no existe. (Aterrorizada) ¡Papá! ¡Me mirás como a una mujer!
¡Y por fin pudo morir! (Golpea la figura, rompiéndola.)

Oscuridad.

ESCENA VI

MUJERCITA: (Desvistiéndose. Queda en enaguas): -Yo amaba profundamente a mi padre, pero si él no se hubiera muerto, yo no hubiera podido crecer. Entonces  ¡lo hice!-

Cada frase siguiente será armada en distintas imágenes exageradas y ridículas de posiciones de coito, acompañadas de temas musicales en un pasaje desde un clima romántico hasta uno muy violento.

-¡Ah!...Amo tus ojos de almendra, oblicuos en el horizonte de mi cuerpo.

- ¡Oh! ¡Mi amor! ¡Tu galope me remonta a las plácidas tardes de la infancia en que trepaba a mi caballito de madera!

- ¡Así mi vida! ¡Así! La luna llena se refleja en tus dientes.

- ¡Bestia mía! ¡Quiebra mis pechos de porcelana con tus manos de hierro!

(Avergonzada, cubriéndose, a público) - Yo trataba de verbalizar poéticamente mi lujuria, con el afán de redimirme. Pero el huequito latidor sólo se producía cuando recurría a oscuros pensamientos pecaminosos, cargados de palabras que no me atrevo a pronunciar.

Oscuridad.

ESCENA VII

MUJERCITA ( dirigiéndose a su panza): -¿Serás varón? ¿Serás mujer? ¿Tendrás los cabellos rubios? ¿Los ojos azules? 

Pausa.

¿Serás normal? ¿Y si nacés con un solo ojo? ¿O sin orejas? ¿O con pelo en todo el cuerpo? ¿O con piel verde?  ¿Con cara de camello?  ¿O con hojas de higuera en lugar de pies? ¿O con el sexo más grande que el resto del cuerpo? ¿O sin sexo, todo cerrado, sin orificios? 
¿Si al nacer en vez de llorar hablás?
¿Si sos...el anticristoooooooooo? ¡¡Ahhhhhhhhhhhh!! 

Gran vómito.

Oscuridad.


ESCENA VIII

Envuelta en una luz rojiza, la mujercita jugará corporalmente la imagen de un parto, mientras se oyen quejidos, respiraciones, llantos, risitas, un grito, una canción de cuna, el llanto de un bebé. 

Oscuridad.
ESCENA IX

La Mujercita  entra con una linterna y un  plano en la mano. Lleva un sacón negro, largo, encima de la ropa que vestía en las escenas anteriores. Recorre el espacio a modo de laberinto.

MUJERCITA: - Debería ser por aquí. Está tan oscuro. (Escudriña el plano.) Tres pasos a la izquierda,  luego bordear el cordón,  las escaleras... Pero,  ¿dónde están las escaleras?

Se desespera. Comienza a caminar enloquecida.

Aquí se producirá un juego de desdoblamiento: la MUJERCITA ansiosa, acelerada; la MUJERCITA BIS, aplomada, sabia.
MUJERCITA BIS: - ¡Epa! ¡Casi me llevás por delante!
MUJERCITA: - ¡Oh! Disculpe.Yo...
MUJERCITA BIS: - ¿Adónde vas tan apurada?
MUJERCITA: - Lo que pasa es que tengo que seguir buscando. Cada vez pasa más rápido el tiempo, yo me había puesto un plazo.
MUJERCITA BIS: - Y pasaron diez años.
MUJERCITA: - ¡Sí! ¡Estoy desesperada! Mi hijo me hace preguntas. Y las respuestas... Yo no sé. Bah, algunas. Lo que pasa es que yo. En realidad necesitaba tenerlas para cuando él naciera.
MUJERCITA BIS: - ¿Para él?
MUJERCITA: - No, para mí. Y para él. Claro. También.
MUJERCITA BIS : - Y se te pasó el tiempo.
MUJERCITA: - Es que un hijo te chupa. Primero tu cuerpo se convierte en una gran teta y en una máquina de cambiar pañales,
MUJERCITA BIS: - Después la escuela, las reuniones de cooperadora, el dentista, las figuritas, las peleas, las golosinas.
MUJERCITA: - Al final uno es un pedazo tironeado entre los padres y los hijos. Pero... ¿Vos quién sos?-
MUJERCITA BIS: - ¿Yo?-
MUJERCITA : (Asiente)
MUJERCITA BIS: - Vos
MUJERCITA: - ¡Ahhh! (Pausa) ¡¿YO?!
MUJERCITA BIS: - Sí, vos.
MUJERCITA: - Yo... no esperaba encontrarte... me.
MUJERCITA BIS: - A veces pasa. Como con los objetos perdidos. Cuando uno los olvida, ellos nos sorprenden y  ¡plup! Aparecen.
MUJERCITA: - Sí,  como con los objetos perdidos. Mi mamá decía que el secreto consistía en rezarle a San Antonio.
MUJERCITA BIS: (Con gran ternura) - Te noto cansada-
MUJERCITA: (Suspira. Ralenta su ritmo.) -A veces me siento como los caballos que hace siglos arrastraban las barcazas por el Rin. Les tapaban el ojo que daba hacia el lado del río, para que el reflejo del agua no los perturbara en su trabajo. "Schal sick" les llamaban a la parte tapada: el lado ciego.
MUJERCITA BIS: - Y no sabés cómo hacer para correr el parche del ojo ciego.
MUJERCITA: - Sí, es lo más difícil.
MUJERCITA BIS: - Cerrá los ojos. Mirate. Estás parada a orillas del Salado, y el río se te empieza a meter en el cuerpo, y sentís que es ese, pero que también es otro río, son todos los ríos.
MUJERCITA: - Ríos de agua, ríos de hombres, ríos de arena, ríos de hijos, ríos de tiempo. 

Comienza a corretear como si fuera a levantar vuelo.

MUJERCITA BIS: - Y los pies se te alivianan.
MUJERCITA: - Y los brazos se abren.
MUJERCITA BIS: - Y el cuerpo se te vuela.
MUJERCITA: (Elevándose) - ¡Ahí están! ¡Ahí están todas las respuestas: escritas en el agua! Sólo tengo que acercarme un poco, un poco.
MUJERCITA BIS :- Despacio, despacio.
MUJERCITA: (Descendiendo bruscamente) -¡Cuando me acerco se borran! (Se desespera.)
MUJERCITA BIS: (Acariciándola) -Tranquila.
MUJERCITA: - Por un momento creí que...
MUJERCITA BIS: - (En actitud de irse) ¿que te habías encontrado?
MUJERCITA: - Sí, que me había encontrado. 

Tiende sus brazos como para alcanzar su propia imagen.

Oscuridad.

Final.





*José Pedroni: poeta argentino nacido a principios de siglo, en la localidad de Esperanza, provincia de Santa Fe.